amanecer... o el milagro de la resurrección
Despabilado por un movimiento
abrupto del autobús se quedo a la expectativa, era de madrugada y aunque
faltaban algunos minutos para que amaneciera, la oscuridad seguía siendo dueña
de las frías calles que poco a poco se iban llenando de gente, como ángeles
exiliados del paraíso cálido. de sus casas vagaban buscando un oficio, las
luces de la ciudad que habían alumbrado a la nada ahora proyectaban algunas
sombras en movimiento de los primeros madrugadores del día, el autobús avanzaba
y él, él solo veía su reflejo en el cristal, que proyectaba la perfecta estampa
del pensamiento filosófico se mostraba su rostro abstraído en profundas
meditaciones sobre la vida, o al menos eso parecía, la cara de seriedad que
cargaba tenia dos posibles explicaciones, o un pensamiento verdaderamente
profundo o una noche de sueño incomodo, que no lo dejaba amanecer a gusto, en
esta ocasión pareciera que ambas causas impregnaban con un rictus sereno pero
duro su rostro, el viaje había sido largo, tan largo como para frenar la
cascada de emociones que recorrían su espalda y provocarle un ligero malestar
en la misma, toda huella de ira o tristeza, se habían disuelto en un breve
sueño y un vaivén sobre la calle. La presencia afable de aquella mujer de edad
le dio un motivo para intentar esbozar una minúscula sonrisa, la compasión
hacia su persona era una rara muestra de fe en la humanidad, pero esa muestra
de amabilidad le dio la certeza de que aun quedaba gente buena en el mundo, se
sintió bien. Pero ese no era el momento
para intentar sonreír, mas bien era tiempo para pensar, el viaje acababa,
llegaba a un destino incierto, poco conocido y bastante frio a esas horas del día,
el sonido del rio y de la ligera explosión quedaban atrás en la distancia de la
noche, y ahora las casas, los edificios y en general la ciudad daban la
bienvenida en una serie de tonalidades azules y naranjas, las calles iluminadas
por las farolas aún, al estar completamente solas aparentaban cierta calidez, el frio matinal correteaba a los transeúntes,
que veloces caminaban intentando escapar del aire gélido que les mordía las
mejillas, él vio por la ventana después de dejar de contemplar su reflejo, la
ciudad era bella, indescriptible a esas horas del día, los primeros rayos del
amanecer teñían de rosa el horizonte distante, la suave luz del sol matinal se
reflejaba en una cuantas nubes, lo cual lo tranquilizaba bastante, el día
anterior había sido malo, pero hoy ya podía considerarse un nuevo amanecer,
fuera de lo cursi y lo tonto que le parecía ese pensamiento había algo, algo
que a simple vista no podía verse, sabia que había pasado su estación habitual
hace varias horas, y que tendría que encontrar la manera de volver a casa,
ahora solo parecía esperar la llegada a la estación final para tomar un autobús
de regreso, supuso que llegaría tarde a su casa pues serian varias horas de
regreso, toda la noche había viajado, ¿siete? ¿Ocho? Quizá mas horas de regreso
para compensar las de viaje. Solo quería llegar, encontrarse con su cama y
fingir estar muerto mientras su cuerpo toca sus sabanas, quizá escuchar un poco
de música mientras tomaba el almuerzo (¿o la comida?) sentarse en su sillón
encender la televisión y ver algo que lo hiciera reír. pero para ello faltaba
mucho, ahora, ahora estaba atrapado en un autobús que lo llevaba a un destino
poco conocido. No le gustaba la idea de que de alguna manera alguien guiara su
destino, hacia mucho que había comprendido que el papel de victima no lleva muy
lejos, a pesar de asumirlo con
regularidad. Así que se decidió firmemente a que cuando bajara del autobús
tomaría uno autobús de regreso sin siquiera mirar o dar una vuelta, es mas sin
probar bocado, aguantaría el hambre si es necesario, pero quería ya regresar. Pero
no, unas cuanta curvas, muchas calles con nombres no conocidos, la ciudad en la
que se hallaba en estos momentos se erigía llena de secretos, de cientos de
historias que a estas horas no eran mas que susurros en los cuartos de aquellos
que dormían, estiro las piernas, alzo los brazos y dio un gran bostezo, el
viaje lo había cansado mas, el breve lapso de tiempo que alcanzo a conciliar el
sueño no pudo reponer sus fuerzas, dudo un poco la idea de que quizá seria
bueno parar un poco a comer algo y descansar en alguna banca de algún parque
cercano, pero no, ahora no, quizá otro día con mas tiempo se dedicaría a
recorrer esta ciudad que le daba la bienvenida, caminar por sus calles dar la
vuelta en sus parque y hasta comprar algo en algún negocio, decidió en ese
momento que la próxima vez se perdería a propósito en aquel singular lugar,
pero ahora la urgencia de llegar a su casa y reconocer el ambiente familiar era
lo único que le importaba, justo a
tiempo a lo lejos se veía la central de autobuses, una singular alegría brotó
de dentro cuando vio el letrero grande y luminoso de la estación, al menos era
una garantía de que podría levantarse y estirarse con toda comodidad, cerro lo
ojos y se cruzo de brazos solo era cuestión de tiempo para que alguien notase
que fingía estar dormido, y lo intentase despertar, el teatralmente pediría
disculpas por quedarse dormido y bajaría del autobús, y efectivamente así paso.
El autobús lentamente se detenía en su lugar en la estación, aun seguía oscuro
a pesar de que claramente ya no había mucho tiempo de oscuridad, freno poco a
poco y cuando se hubo detenido completamente los pasajeros se empezaron a
levantar y a recoger sus maletas, alguien se había dado cuenta de que el seguía
ahí sentado sin darse cuenta de que ya habían llegado, era un hombretón grande
y fornido de dos metros y aspecto duro, con un mostacho tupido que parecía un
cepillo sobre su boca, el hombre se dirigió al ultimo asiento tomo al joven del
hombro e intento despertarlo, al parecer su actuación fue buena porque convenció
de que se había pasado de estación, un poco confundido y somnoliento le dio las
gracias al hombre, tomo su maletín y se dispuso a bajar del autobús, el olor
dejado por los pasajeros era agradable, cálido y dulce, un sueño tranquilo
podía sentirse en el pasillo del autobús, era tan cómodo y acogedor que deseo
que ese mismo autobús lo llevara de vuelta, pero ahora recorriendo el pasillo
no sospecho que lo que pasaría a continuación cambiaría su vida un golpe
profundo y directo a su pecho voltearía su mundo al revés de aquel impacto
quizá no se recuperaría nunca, pero ahora solo bajaba habitualmente del
autobús, bajo los tres escalones metálicos y sintió el golpe frio del aire de la
estación, que chocaba contra la temperatura cálida de su piel. El lugar a donde
había llegado no era tan agradable como lo había imaginado al verlo de lejos,
era una estación común y corriente como tantas otras, puertas de cristal que
eran peligrosamente indiscretas, luz de neón blanca que impregnaba las cosas de
un aire de formalidad y distancia, que proyectaba sombras apenas definidas y
acentuaba el frio de la mañana, algunos negocios de baratijas y recuerdos para
los viajantes que llegaban de lejos y se iban lejos. mucha gente llegando de
destinos distantes, y mucha gente esperando a la vida que se les había ido un día,
gente que abría los brazos al recién llegado y cubría de besos la cara ahora un
tanto mallugada por el viaje, familias que se despedían de un hijo o un padre,
y otras que junto con amigos recibían a los no tan extraños que había cambiado
el tiempo, en un arranque de sentimentalismo deseo que alguien lo esperaba, por
su experiencia sabia que las expresiones mas francas y las emociones mas vividas
se alojaban en las estaciones, así fueran de autobuses, de aviones o puertos,
estos lugares eran testigos de cientos de lagrimas de un adiós, o de una
bienvenida, de risas incontrolables al ver como había cambiado la gente, como
se había envejecido, con o sin gracia, las estaciones sabían del miedo que embargaba
a aquel que se embarcaba en un viaje al encuentro con el destino, y esa
estación en particular seria ahora testigo de un encuentro mas como muchos
tantos que ya había visto, pero que cambiaria el mundo de alguien, lo cambiaria
para siempre.
Ya había bajado del autobús, sostenía
su maletín con la mano derecha y estiraba su espalda, respiro una profunda
bocanada de aire por la nariz cerro los ojos de nuevo y se decidió a buscar el
autobús de regreso. El golpe llego de improviso y sin advertencia alguna,
alguien se lanzó sobre él, unos brazos delgados y suaves lo rodearon fuertemente,
alguien lo abrazaba, él, mas sorprendido que asustado sintió un temblor de
piernas los latidos que quien lo abrazaba llegaban hasta el, hasta su estomago
para ser mas exactos, su mundo comenzaba a desmoronarse, esperaba de todo en el
mundo, que alguien llegara y le escupiera en la cara, que calamidades terribles
le treparan por los brazos, que alguien lo abofeteara de repente, la vida había
tenido con el una racha de eventos poco afortunados para si y ahora ese abrazo
tan honesto, tan fuerte, tan dulce y tan tierno derrumbaba algo en el, su mundo
se partía ahora en pedazos, la tierra se abría bajo sus pies, las formas se
disolvían a su alrededor, sin abrir los ojos sintió como su propia muerte se
aproximaba, todo fue una explosión, un meteoro, una convulsión que sacudió hasta sus cimientos
el universo, ella entonces puso su oído en su pecho y dejo escapar unas
palabras que no entendió, el abrió los ojos y vio su cabeza y parte de su
rostro. Murió, poco a poco la vida escapaba de su cuerpo, dejo caer el maletín
con el resto de sus recuerdos, su piel rápidamente perdía color y la
temperatura velozmente se parecía mas a la del ambiente fría y seca, su corazón
lentamente dejaba de latir se vencía al tacto de la extraña, la fuerza se le
escapaba como para poder bombear la sangre a su cuerpo, intento hablar, decir
sus ultimas palabras a ella que lo había matado de improviso, pero no pudo el
aire no salió de sus pulmones, pero tampoco entraba, se ponía rígido y ella no
lo soltaba, no comprendía que su abrazo mortal le había robado la vida, una
única lagrima cayo de el rostro de el, una única lagrima que lamentaba su
muerte en silencio, todo se volvía oscuro, y ligero, la sensación de abandonar
su cuerpo iba aumentando a medida que las tinieblas se apoderaban de todo, a lo
lejos escucho voces ¿eran coros de ángeles acaso? Eran quejidos y llantos por
su muerte, no lo supo, un ultimo aliento escapo de su boca a medida que la
ultima luz de la estación se apago, una ultima luz para el que rígido era
apenas sostenido por ella, había muerto de pie, y se mantenía de pie, pero no
seria por mucho tiempo su labios habían perdido la vida, pero no importo ella
lo tomo con ambas manos del rostro acariciando suavemente sus mejillas sin
notar que era ya un cadáver lo vio directo a los ojos inertes todo el amor del
mundo se concentraba en los ojos de ella, si alguien vivo se hubiese enfocado
en ellos habría quedado ciego por todo el infinito universo que brillaba tras
esas pupilas, de pronto sin aviso ni advertencia lo besó sus labios rosas y
pequeños, de ella, entraban en contactos con los de el, el mundo volvió a
temblar. No era hora para morir, aun no, si un buen dios lo observaba desde el
cielo, decidió darle una nueva oportunidad y si no era así, simplemente la
muerte lo abandonaba de nuevo en su cuerpo, al besarlo ella algo sucedió, de
forma espontanea y sorprendente algo se empezó a mover de nuevo dentro de el,
como si algo se rompiera y dejara escapar la vida regresaba de nuevo a su
cuerpo, de manera brutalmente fuerte, fue una oleada, una ventisca de vida
infinita que había sido depositada en sus labios, y que ahora como un rayo
activaba de nuevo su corazón, corazón que dio un vuelco dentro de su pecho, parecía
que se iba a arrancar a si mismo de un golpe, la sangre fluyo en todos sentidos
el calor se expendio como una onda y el color volvió a sus labios a sus
mejillas, un brillo nuevo iluminaba sus ojos, en su cabeza todo era un caos un
segundo de amnesia y un estruendo, el explotar de una estrella cien tambores a
lo lejos, no vacilo mucho, la volteo a ver, vio directamente sus ojos de un
negro profundo y con una veta de verdor iridiscente, con una beta también de
cariño profundo que ahora se clavaba sobre el, acabo ella lo soltó un tanto
apenada por la muestra tan efusiva de
afecto, no había notado el increíble fenómeno de resurrección que se había
efectuado delante de ella, ahora solamente ambos sonreían francamente,
dulcemente, su vida había sido transformada. Solo quedaba describirla para jamás
olvidarla.

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