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estoy consciente de que me miras con la calma de quien sabe que las cosas no van a cambiar, y a pesar de ello elijes seguir creyendo en mi, y aunque también lo sabes que yo nunca he sido un hombre de fe, mas bien soy uno de esos locos que no cree en que exista la calma.
aun me pregunto como he podido sobrevivir, si mi naturaleza es como si me encontrara permanentemente en una tormenta en medio del mar, aun así, hay amigos que me quieren. pienso, quiza pienso mucho, y por desgracia no fumo, me gustaría que el mundo fuera diferente, que no tubieramos que esperar para ver los cambios, que la muerte no estuviese tirada a la orilla de la carretera. que no tubiesemos que satisfacer a un montón de tontos sin rostro. un mundo donde nos diéramos cuenta que somos el amor de nuestras vidas con apenas unas pocas horas de diferencia
¿sabes que es lo que encuentro reconfortante? que al cruzar cualquier esquina de la ciudad daremos de frente con nuestros ángeles de la guarda y la tarde se volverá gris, luminosamente gris, la amenaza de lluvia coloreara de sepia la ciudad, inundara mis palabras de un olor a cafe, y seremos personajes de una vieja película italiana, o quiza francesa, atrapados en el tiempo y los deseos...
hablando de deseos, aun no venden la cura para los mismos en el supermercado, siguen haciéndonos sufrir, al pintarnos de forma cruel una realidad idealizada, siguen poniendo a prueba nuestra capacidad para ser adultos. es cierto, quiza mas que nunca, no vivimos en una realidad poética que nos haga justicia en cada momento, existimos en la tierra de las decepciones, donde necesitamos alzar nuestras cruces y convencer a los espíritus de que tomamos las mejores decisiones.
y es que la realidad cotidiana es una jaula de muros realmente altos, cargamos con nuestras madrugadas, y la resistencia a permitir que todo siga igual,

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