Catedrales

 Entro con miedo y respeto, como se entra a los lugares santos, el calor extenuante de la calle daba tregua y cedía al entrar, al lugar que extrañamente se encontraba bastante oscuro, caminó un poco contemplando el lugar, que por ningún lado dejaba al observador sin un detalle para regalar, por todos lados se inundaba de adornos y decoraciones, de hojas doradas y rostros de ángeles.

él entro con la minúscula partícula de fe que aun le quedaba en su alma, esperando poder ofrecerla y obtener algo a cambio, en este momento de su vida donde las olas del tedio y la rutina lo habían empujado a la desesperanza no le quedaba de otra mas que creer, que aferrarse con todas sus fuerzas a la creencia de un dios benevolente y consolador, en ningún otro momento necesitaba tan desesperadamente del soplo divino, esa sensación cálida y reconfortante, de esa presencia.

en otro momento de su vida, no le quedo ni la menor duda de su existencia, pero ahora ese combustible estaba próximo a agotarse, estaba en medio del laberinto y anochecía en su alma, quería llorar pero no podía, las lagrimas se resistían a susurrar siquiera, sabia que necesitaba del llanto, que era lo mas puro que le podía ofrecer, porque lo había hecho antes, recordó aquella ocasión cruzando un puente peatonal donde exprimió su corazón, y el llanto fu incontrolable, de sus ojos brotaban lagrimas a borbotones sin que pudiera hacer nada a cambio, de su alma escapaba la plegaria mas honesta que había tenido en su vida en forma de un incontrolable llanto.

recordó también la lagrima furtiva que un Ángel de consuelo y ternura le pinto varias veces en su ojo derecho y que cuando alguien le preguntaba porque lloraba ingenuamente respondía que no estaba llorando, por ultimo pensó también en esas noches de llanto hasta quedarse dormido, por una autoinfligida condena de soledad, muy en su interior contemplaba esa absurda tendencia al melodrama y la conmiseración, y por el otro lado a una soberbia toxica fría y venenosa, mordaz, se sabia malo pero no tan malo, y en este día buscaba una oportunidad.

se sentó en una banca cerca de la mitad de la iglesia, no sabia como rezar, y lo intentaba pretendiendo lograr una comunicación profunda y maravillosa, con respuestas grandiosas y espectaculares, pero nada, dios callaba humildemente en su casa y solo oía en silencio.

ni siquiera tenia tristeza suficiente para un lánguido suspiro, estaba atorado entre sus deseos y la realidad aplastante y decepcionante de todos los días, quiza, esa era la palabra que mejor describía su interior, cualquier substancia de alegría o particular emoción se veía empañada por una húmeda y deslustrada decepción, de si mismo, de su vida, de sus emociones, y por lo tanto de cualquier cosa ajena a el que lo rodeara. Probablemente su enfermedad se encontraba en tal fase que era incapaz de sentir la gratitud y sus frutos, quiza ahí estaba la respuesta.

de pronto entro ella, despacio con todos los años del mundo arremolinándose en su vestido, con sus trenzas blancas y los surcos de su rostro impregnados de toda la dulzura de la creación, con su vestido limpio y su mandil claro, con su canasta llena de dulces y una servilleta bordada, eligió el disfraz mas ingenioso para entrar en su casa. la creación parecía cantar a su llegada.

se sentó a su lado, colocando la canasta también en la banca, el, sabia que había decidido visitarlo, que no lo había dejado solo, y que su disfraz le recordaba una vez mas a que había venido al mundo, ella le vendió una paleta de caramelo y le sonrió recordándole en silencio que solo necesitaba un poco de esfuerzo porque siempre tendría sus sonrisa y bendición. 



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