ayer me encontré un gato
Ayer me encontré un gato
bueno, en realidad era
una gatita, pequeña pero
cándida, con unos ojos
atiborrados de ternura.
Venia caminando con
singular alegría.
al verla lo primero que
pensé, ¿pero que hace una
criatura como tú?
caminando por la calle,
tan frágil e indefensa
que haces aquí caminando
a tu suerte, tan
desamparada
a una segunda mirada vi
que venía custodiada por
una ancianita, la soledad
una anciana flaca, con un
dejo de tristeza.
¿me la puedo llevar? le
pregunte a la ancianita
ella silenciosamente
asintió con la cabeza y
se marchó, lenta.
hacia quien sabe donde
y fui feliz, tenía una
linda gatita, a la cual
hacerle compañía, a la
cual contarle mis alegrías
y mis penas, mis dichas
y mis desencantos.
ella solo me miro, con
una mirada tan humana,
con una mirada que sentía
que me hablaba, y la
lleve a casa.
lo primero que hice fue
darle un poco de leche,
y conseguirle una cama,
sin embargo la primera
noche, ase acurruco
placida, entre mis
brazos
y le leí poesía, busque,
entre mi colección, a los
grandes, para ver si le
gustaban, ella, solo me
escuchaba, y parecía que
lo disfrutaba, ronroneando
despacito al oír a Neruda
lentamente se apodero de
mi mente, araño mi corazón
y trepo desde mis pies
hasta mi memoria, si así
fue.
y la amo, amo sus
cabellos negros que
siguen acurrucados en
mi cama, y también amo,
sus maullidos poéticos,
que me da cada mañana
bueno, en realidad era
una gatita, pequeña pero
cándida, con unos ojos
atiborrados de ternura.
Venia caminando con
singular alegría.
al verla lo primero que
pensé, ¿pero que hace una
criatura como tú?
caminando por la calle,
tan frágil e indefensa
que haces aquí caminando
a tu suerte, tan
desamparada
a una segunda mirada vi
que venía custodiada por
una ancianita, la soledad
una anciana flaca, con un
dejo de tristeza.
¿me la puedo llevar? le
pregunte a la ancianita
ella silenciosamente
asintió con la cabeza y
se marchó, lenta.
hacia quien sabe donde
y fui feliz, tenía una
linda gatita, a la cual
hacerle compañía, a la
cual contarle mis alegrías
y mis penas, mis dichas
y mis desencantos.
ella solo me miro, con
una mirada tan humana,
con una mirada que sentía
que me hablaba, y la
lleve a casa.
lo primero que hice fue
darle un poco de leche,
y conseguirle una cama,
sin embargo la primera
noche, ase acurruco
placida, entre mis
brazos
y le leí poesía, busque,
entre mi colección, a los
grandes, para ver si le
gustaban, ella, solo me
escuchaba, y parecía que
lo disfrutaba, ronroneando
despacito al oír a Neruda
lentamente se apodero de
mi mente, araño mi corazón
y trepo desde mis pies
hasta mi memoria, si así
fue.
y la amo, amo sus
cabellos negros que
siguen acurrucados en
mi cama, y también amo,
sus maullidos poéticos,
que me da cada mañana


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