Mecanismo de relojería, parte 2
Ahora se encontraba ahí, en el pasillo de esa vieja vecindad, triste como nunca, solo, como siempre, el recuerdo de su sola presencia, lo estremecía casi hasta el llanto, si nada más que perder entró al fondo de la vecindad, no sin antes mirar al cielo gris, que enmarcaba todo en un aire nostálgico.
Al final de la vecindad se encontraba, un curioso establecimiento para estar en un lugar como ese, en el marco de la puerta en la parte superior, se leía relojería, sin algún nombre distintivo, únicamente relojería, a lo largo de ambas puertas de madera, varios anuncios amarillentos por el tiempo promocionaban algunas ofertas y productos, los cuales, dudosamente existirían en ese momento. El fondo del establecimiento era muy oscuro, apenas iluminado por una bombilla, de quien sabe cuento tiempo, que apenas iluminaba lo suficiente como para alcanzar a ver, al frente una vitrina, igual de vieja que la vecindad y de una madera similar a la de las puertas, presumía algunos relojes baratos, pero sumamente bien cuidados, pulidos y ordenados con esmero. el inspecciono el lugar para ver si encontraba algo que le ayudara a remediar su situación, sin embargo más que un curioso móvil de viento, muchos relojes y algunos calendarios no vio nada que capturara su atención lo suficiente, harto del clic clac de tantos relojes al unísono. Empezó a golpear el cristal de la vitrina con una moneda, quizá la última en su bolsillo con la intención de llamar la atención y que saliera alguien. A quien preguntarle porque el cantinero lo había mandado hasta ese lugar. Toco despacio, en un principio parecía que en el existía cierto miedo a averiguar a quien le pertenecía tal establecimiento, así que miro hacia fuera y suspiro mientras seguía jugando con su moneda entre los dedos, la cual juguetonamente resbalo de sus dedos cayendo por una hendidura entre el cristal y la madera de la vitrina, impactando directamente en un reloj. Cuando el reloj vio perturbada su tranquilidad habitual dentro de la vitrina, por una moneda agresora, estallo en un grito sonoro de un ring, que sobresalto a cuanto ser viviente lo hubiese escuchado. Él asustado, pensó en salir corriendo, olvidar todo, y regresar a casa a beber lo último de alcohol que lo esperaba en unas viejas botellas, pero la necesidad de su moneda y la curiosidad de saber más de dicho lugar lo clavaron en el suelo haciéndolo aguantar estoicamente el grito desesperado del reloj, cuando parecía que ya no iba a poder aguantar más de la ensordecedora alarma del reloj salió del fondo de la tienda un anciano, sumamente delgado, con poco pelo, pero ese poco completamente blanco, la cara llena de arrugas, pero ninguna con algún dejo de maldad, lentes de vidrio pequeños, nariz afilada, dedos largos, ropa opaca igual que todo el, muy ajada, pero limpia. El anciano, con una voz molesta replicó.
-Valla forma de despertarme a todo pulmón, ¿no pueden tocar la campanilla como la gente decente? Estos relojes no están para uno, si no me han vuelto loco me quieren matar de un infarto… qué más da, a la muerte ya se le hizo tarde para venir por mí, a ver ¿Quién está haciendo tanto ruido?
El anciano supo inmediatamente, quizá por el timbre especial o por la fuente del sonido que reloj gritaba tan desesperadamente.
- a ver a ver, ¿pero qué? Porque haces tanto escándalo, oh, claro, pero si te han dado en tu manija y te han movido la perilla, bueno de milagro no te rompieron el vidrio, veamos, una vuelta a la derecha dos a la izquierda, listo ya estas a la hora como los demás ya puedes seguir durmiendo.
El viejo le dirigió todas esas palabras al perturbado reloj, sin notar siquiera su presencia, pero al hallar la moneda delatora dijo de nuevo.
-Con que una moneda he, nunca he visto llover monedas y no creo que esta haya caído del cielo así nada más.
El anciano volteo hacia donde se encontraba Él, y mirándolo con una expresión de desapruebo, pero al mismo tiempo de comprensión, le dirigió unas palabras al tiempo que movía la cabeza hacia un lado, con un cierto dejo de regaño paternal.
-joven, no era necesario, herir al pobre reloj para que viniera, solo hacía falta tocar esa campanilla que tiene a sus espaldas para que viniera, (mientras que señalaba la campanilla que colgaba tras el). – se que mis viejos huesos no me permitirán venir al minuto, pero le habría gritado desde la trastienda que esperara.
El anciano supo inmediatamente, quizá por el timbre especial o por la fuente del sonido que reloj gritaba tan desesperadamente.
- a ver a ver, ¿pero qué? Porque haces tanto escándalo, oh, claro, pero si te han dado en tu manija y te han movido la perilla, bueno de milagro no te rompieron el vidrio, veamos, una vuelta a la derecha dos a la izquierda, listo ya estas a la hora como los demás ya puedes seguir durmiendo.
El viejo le dirigió todas esas palabras al perturbado reloj, sin notar siquiera su presencia, pero al hallar la moneda delatora dijo de nuevo.
-Con que una moneda he, nunca he visto llover monedas y no creo que esta haya caído del cielo así nada más.
El anciano volteo hacia donde se encontraba Él, y mirándolo con una expresión de desapruebo, pero al mismo tiempo de comprensión, le dirigió unas palabras al tiempo que movía la cabeza hacia un lado, con un cierto dejo de regaño paternal.
-joven, no era necesario, herir al pobre reloj para que viniera, solo hacía falta tocar esa campanilla que tiene a sus espaldas para que viniera, (mientras que señalaba la campanilla que colgaba tras el). – se que mis viejos huesos no me permitirán venir al minuto, pero le habría gritado desde la trastienda que esperara.
Él volteo, tras de sí una cuerda con una campanilla, fue entonces que cayó en cuenta de lo que estaba pasando, sacado de su ensoñación, por su propósito y por el recién descubierto aroma del aceite para relojes la humedad, y el tiempo.
-bien, aquí tiene su moneda, ¿en qué puedo ayudarle? ¿Un reloj de mano, quizá de pared, un reloj del abuelo, o uno de bolsillo?-
Levanto la mirada dirigiéndola al viejo, con los ojos secos y grises, pareció decirle algo, pero las palabras se adelantaron a cualquier diagnostico prematuro por parte del relojero.
-vengo de parte del cantinero, dijo que usted me puede ayudar-.
- ¿con que el cantinero he? No sé si le divierte o gana algo haciendo esto, tendré que hablar seriamente con él, bueno, esto tomara tiempo, pasa.-
El relojero levanto parte del mostrador, dejando el paso libre al interior de la tienda, permitiéndole entrar a Él, dejándolo más a la vista, y al escrutinio del relojero.
-bien, aquí tiene su moneda, ¿en qué puedo ayudarle? ¿Un reloj de mano, quizá de pared, un reloj del abuelo, o uno de bolsillo?-
Levanto la mirada dirigiéndola al viejo, con los ojos secos y grises, pareció decirle algo, pero las palabras se adelantaron a cualquier diagnostico prematuro por parte del relojero.
-vengo de parte del cantinero, dijo que usted me puede ayudar-.
- ¿con que el cantinero he? No sé si le divierte o gana algo haciendo esto, tendré que hablar seriamente con él, bueno, esto tomara tiempo, pasa.-
El relojero levanto parte del mostrador, dejando el paso libre al interior de la tienda, permitiéndole entrar a Él, dejándolo más a la vista, y al escrutinio del relojero.
-Bien creo saber bien a lo que vienes.-
Y el hombre mayor lo reviso completamente con una rápida mirada, hizo una pausa y quedo reflexivo por un momento, un aire severo, lo rodeo, como si fuese a hacer una labor que no le agradaba del todo.
-bien siéntate muchacho, detrás de ti hay un banco, cuéntame, ¿porque estás aquí?-
-bien siéntate muchacho, detrás de ti hay un banco, cuéntame, ¿porque estás aquí?-
-porque ya no puedo más, porque a menos que llore sangre, no creo poder llorar más, porque mi pecho siente una gran opresión y el alcohol no la puede quitar, porque me duele la cabeza a punto de explotar, porque la soledad me está consumiendo. Porque ella no está, por eso estoy aquí.
- vamos muchacho, suenas muy melodramático, replico el relojero, -¿eres artista o algo así?
-quiero ser escritor, pero por ello lo he perdido todo, a nadie le interesa-
-comprendo, y entonces, ¿Qué quieres?
-olvidarla, que ya no duela, poder vivir, sin el deseo constante de acabar con todo.
- vamos muchacho, suenas muy melodramático, replico el relojero, -¿eres artista o algo así?
-quiero ser escritor, pero por ello lo he perdido todo, a nadie le interesa-
-comprendo, y entonces, ¿Qué quieres?
-olvidarla, que ya no duela, poder vivir, sin el deseo constante de acabar con todo.
-bueno, ya he tratado con muchos como tú, no te preocupes, si sabré yo del tiempo que cura las cosas bueno pasa, siéntate aquí junto a la mesa de trabajo, veamos qué puedo hacer por ti, solo un cosa no te vayas a asustar en cuanto comience el proceso, no queremos que ocurra otra tragedia, tu solo confía en mí.
- él se acercó a la mesa de trabajo, lentamente observando con detenimiento las herramientas del oficio, muchas de ellas no las conocía, el viejo levanto el rostro de una lámpara, y la encendió, iluminando de gran manera la mesa de trabajo, y dándole un aire cálido al lugar, el viejo dirigió la luz hacia el hacia su pecho al mismo tiempo que le dijo:
-desabróchate la camisa, necesito que dejes tu pecho al descubierto-
Pensando en las auscultaciones de los médico, Él se desabotono la camisa, esperando ver un estetoscopio que fríamente le dijera al relojero el estado de las cosas que había dentro de su pecho; el relojero por su parte saco el familiar estetoscopio, se lo puso y se dispuso a escuchar ese pecho tan adolorido, después de unos cuantos hums y ajás le dijo:
-valla muchacho, que ahí adentro algo anda mal, nada que no podamos reparar, tengo al tiempo de mi lado, y sé que no hay mejor remedio, no te asustes por lo siguiente, es un procedimiento delicado que tenemos que llevar hasta el final por tu propio bien.
- él se acercó a la mesa de trabajo, lentamente observando con detenimiento las herramientas del oficio, muchas de ellas no las conocía, el viejo levanto el rostro de una lámpara, y la encendió, iluminando de gran manera la mesa de trabajo, y dándole un aire cálido al lugar, el viejo dirigió la luz hacia el hacia su pecho al mismo tiempo que le dijo:
-desabróchate la camisa, necesito que dejes tu pecho al descubierto-
Pensando en las auscultaciones de los médico, Él se desabotono la camisa, esperando ver un estetoscopio que fríamente le dijera al relojero el estado de las cosas que había dentro de su pecho; el relojero por su parte saco el familiar estetoscopio, se lo puso y se dispuso a escuchar ese pecho tan adolorido, después de unos cuantos hums y ajás le dijo:
-valla muchacho, que ahí adentro algo anda mal, nada que no podamos reparar, tengo al tiempo de mi lado, y sé que no hay mejor remedio, no te asustes por lo siguiente, es un procedimiento delicado que tenemos que llevar hasta el final por tu propio bien.
Tomando un lápiz, muy suave, el hombre viejo marco una línea en el pecho de él. Del tamaño de su mano extendida, de pulgar a meñique, apenas por debajo de la garganta.
-pon tu puño en medio de tu pecho por favor, si, apenas debajo de la línea, bien veamos, acá va otra línea.
Y trazo otra línea horizontal un poco por debajo de su puño las unió con una línea vertical justo a la mitad de las dos líneas, dejando en medio del pecho una “i” mayúscula, el viejo, saco de una gaveta unas gafas que se colocó con un aire casi religioso, de una forma casi sagrada, como lo exige su oficio, también saco un par de manijas, a decir verdad unos pomos de puerta en miniatura, dorados, y delicados, como si fuesen de puertas minúsculas de una casa de muñecas, Él estaba absorto en la labor del trabajo del relojero, y la manera casi consagrada de trabajar, pero sacado de su abstracción por el brillo repentino de un instrumento filoso le dijo en forma de reproche al relojero:
-¿Qué está haciendo, y esto de qué sirve? ¡Dígame, que va a hacer!, son muchos permisos para algo que parece una locura, y hasta ahora no he protestado. -es cierto, ya en el rutinario trabajo he olvidado decirle que le voy a hacer, bien veamos, tiene que escucharlo usted mismo.
El relojero, tomo el estetoscopio, de donde lo había colocado y se lo extendió a Él, -vamos, póngaselo tiene que escuchar usted mismo, para que corrobore que tan mal esta, se puso el aparato de audición, con ayuda del relojero lo puso en su pecho, se sorprendió, en vez de escuchar el rítmico latido de un corazón sano, escucho un sonido chirriante, que a momento sonaba a un golpeteo contante, chirriar, golpeteo fue lo que escucho, asustado se arrancó el estetoscopio, y miro al viejo, con un aire de plena desconfianza, pidiéndole una explicación.
-¿Qué fue eso?, ¿es algún truco acaso?-
-no, es tu corazón, tranquilo tiene remedio, pero debes confiar en mí, ¿quieres arreglar esto o prefieres esperar?
-me voy viejo loco, que caso tengo que hacerle a los cantinero, como si alguien como usted pudiera ayudarme, no quiero nada que venga de usted, me voy.
El relojero, tomo el estetoscopio, de donde lo había colocado y se lo extendió a Él, -vamos, póngaselo tiene que escuchar usted mismo, para que corrobore que tan mal esta, se puso el aparato de audición, con ayuda del relojero lo puso en su pecho, se sorprendió, en vez de escuchar el rítmico latido de un corazón sano, escucho un sonido chirriante, que a momento sonaba a un golpeteo contante, chirriar, golpeteo fue lo que escucho, asustado se arrancó el estetoscopio, y miro al viejo, con un aire de plena desconfianza, pidiéndole una explicación.
-¿Qué fue eso?, ¿es algún truco acaso?-
-no, es tu corazón, tranquilo tiene remedio, pero debes confiar en mí, ¿quieres arreglar esto o prefieres esperar?
-me voy viejo loco, que caso tengo que hacerle a los cantinero, como si alguien como usted pudiera ayudarme, no quiero nada que venga de usted, me voy.
Se abotono rápidamente la camisa, y se puso su saco, sin siquiera mirar atrás, dejando atónito al relojero, y se dispuso a salir algo enfurecido y otro tanto ofendido, en cuanto volteo para encontrar la salida, vio la cara de un reloj, que ostentaba como único adorno una rosa malva, la inocente flor se clavó en su memoria como recuerdo persistente de ella, de un amor que le quemaba las entrañas, doblándolo de dolor en el pecho, que se convirtió en un gemido apenas audible pero desgarrador.
-está bien, está bien haga lo que quiera viejo, duele mucho, ¡hágalo!, lo que tenga que hacer para que no sufrir más.-
Se volvió a desabotonar la camisa, casi tan rápidamente como se la abotono, su respiración, era rápida, temblaba el desamor tan profundo que sentía, no le dio tiempo al relojero de salir de su primer sobresalto cuando ya estaba otra vez frente a el sentado y con el pecho descubierto.
-esta es tu ultima oportunidad después de esto no hay tiempo para arrepentirse ¿estás seguro?
-si, por favor haga lo que tenga que hacer, quiero olvidar-
-tranquilo, debes calmarte un poco, no puedo trabajar así, iré por un poco de café, aun hace mucho frio y creo que a ambos nos vendría bien.- Bebieron el café despacio, el temblando y ciertamente descompuesto, el relojero que al parecer tenía un semblante asustado, no estaba más que haciendo su trabajo, así que dijo.
-hagamos esto rápido, veremos tu corazón de una forma que nunca has visto, lo arreglaremos y cada quien podrá seguir por su lado, vamos siéntate frente a la mesa donde estabas, ojala no se hayan borrado las líneas guía.-
Y no, ahí seguían las tres líneas marcando la “i” en el pecho, el relojero tomo los minúsculos pomos de puerta de muñeca, cuyo extremo lucia afilado y le dijo por ultimo al joven:
-dolerá, solo al principio, después todo seguirá su rumbo.-
Tomando casi juntos los pomos rápidamente los clavo en el pecho del joven a la mitad de la marca que dividía ambas líneas horizontales, el joven trago saliva, el dolor punzante en su pecho lo hizo acelerar su respiración, que poco a poco se fue calmando a medida que el aguijonazo dejaba de doler, ahora su pecho lucia como un par de puertas cerradas, con los dos pomos que se sostenían en medio de su pecho, el joven miro al viejo relojero con una mirada suplicante, como diciéndole que se apresurara, el viejo trato de reconfortarlo devolviéndole la mirada, antes de hacer algo salvaje, sin titubear el viejo tiro de ambas manijas doradas, y el pecho del joven cedió, se abrió de par en par, con u crujido de madera húmeda, el joven se inclinó hacia adelante un poco, y sus ojos perdieron todo rastro de vida, era como si el joven fuese un muñeco de cuerda al cual tan repentino golpe dejo sin fuerza que lo animara, el viejo cerro los ojos frente al joven, e inclino la cabeza, como si acabara de matarlo, volvió a abrir los ojos, y lo abofeteo haciendo que se incorporara de nuevo con el pecho abierto, atónito, intentó respirar hondo, pero la apertura en su pecho se lo impidió, el viejo sorbió un poco de su café y le extendió el suyo a Él, lo que lo tranquilizo un poco, puesto que ahora el sabor del café más allá de calentar su cuerpo parecía rodearlo de una atmosfera cálida y perfumada, las imágenes los colores y los aromas más que peligrosos, parecían reconfortantes. Incluso la voz del relojero le inspiro tal confianza que guardo silencio durante toda la operación.
-este es tu pecho, dentro de él, está tu corazón, trata de verlo, de verdaderamente verlo.-
El joven volteo hacia su pecho, que ya no parecía su pecho, se había trasformado en una especie de caja de madera, que contenía muchas tuberías, la cuales todas desembocaban en un corazón metálico, que en vez susurrar con rítmicos latidos, chirriaba y se atoraba, unas manivelas giraban como locas, mientras que otras apenas se movían, unas agujas diminutas en los medidores, bailaban como sin cesar de un lado a otro, y de cuando en cuando, un golpe interior sacudía el pequeño artefacto, como si quisiera desencajarlo de su posición.
-bueno, tenemos que hacer algo para que no mueras, vamos a colocar poco a poco una bomba que te mantenga vivo en lo que vemos que problema tiene este, y lo solucionemos.
Se volvió a desabotonar la camisa, casi tan rápidamente como se la abotono, su respiración, era rápida, temblaba el desamor tan profundo que sentía, no le dio tiempo al relojero de salir de su primer sobresalto cuando ya estaba otra vez frente a el sentado y con el pecho descubierto.
-esta es tu ultima oportunidad después de esto no hay tiempo para arrepentirse ¿estás seguro?
-si, por favor haga lo que tenga que hacer, quiero olvidar-
-tranquilo, debes calmarte un poco, no puedo trabajar así, iré por un poco de café, aun hace mucho frio y creo que a ambos nos vendría bien.- Bebieron el café despacio, el temblando y ciertamente descompuesto, el relojero que al parecer tenía un semblante asustado, no estaba más que haciendo su trabajo, así que dijo.
-hagamos esto rápido, veremos tu corazón de una forma que nunca has visto, lo arreglaremos y cada quien podrá seguir por su lado, vamos siéntate frente a la mesa donde estabas, ojala no se hayan borrado las líneas guía.-
Y no, ahí seguían las tres líneas marcando la “i” en el pecho, el relojero tomo los minúsculos pomos de puerta de muñeca, cuyo extremo lucia afilado y le dijo por ultimo al joven:
-dolerá, solo al principio, después todo seguirá su rumbo.-
Tomando casi juntos los pomos rápidamente los clavo en el pecho del joven a la mitad de la marca que dividía ambas líneas horizontales, el joven trago saliva, el dolor punzante en su pecho lo hizo acelerar su respiración, que poco a poco se fue calmando a medida que el aguijonazo dejaba de doler, ahora su pecho lucia como un par de puertas cerradas, con los dos pomos que se sostenían en medio de su pecho, el joven miro al viejo relojero con una mirada suplicante, como diciéndole que se apresurara, el viejo trato de reconfortarlo devolviéndole la mirada, antes de hacer algo salvaje, sin titubear el viejo tiro de ambas manijas doradas, y el pecho del joven cedió, se abrió de par en par, con u crujido de madera húmeda, el joven se inclinó hacia adelante un poco, y sus ojos perdieron todo rastro de vida, era como si el joven fuese un muñeco de cuerda al cual tan repentino golpe dejo sin fuerza que lo animara, el viejo cerro los ojos frente al joven, e inclino la cabeza, como si acabara de matarlo, volvió a abrir los ojos, y lo abofeteo haciendo que se incorporara de nuevo con el pecho abierto, atónito, intentó respirar hondo, pero la apertura en su pecho se lo impidió, el viejo sorbió un poco de su café y le extendió el suyo a Él, lo que lo tranquilizo un poco, puesto que ahora el sabor del café más allá de calentar su cuerpo parecía rodearlo de una atmosfera cálida y perfumada, las imágenes los colores y los aromas más que peligrosos, parecían reconfortantes. Incluso la voz del relojero le inspiro tal confianza que guardo silencio durante toda la operación.
-este es tu pecho, dentro de él, está tu corazón, trata de verlo, de verdaderamente verlo.-
El joven volteo hacia su pecho, que ya no parecía su pecho, se había trasformado en una especie de caja de madera, que contenía muchas tuberías, la cuales todas desembocaban en un corazón metálico, que en vez susurrar con rítmicos latidos, chirriaba y se atoraba, unas manivelas giraban como locas, mientras que otras apenas se movían, unas agujas diminutas en los medidores, bailaban como sin cesar de un lado a otro, y de cuando en cuando, un golpe interior sacudía el pequeño artefacto, como si quisiera desencajarlo de su posición.
-bueno, tenemos que hacer algo para que no mueras, vamos a colocar poco a poco una bomba que te mantenga vivo en lo que vemos que problema tiene este, y lo solucionemos.
La voz del relojero pareció tranquilizar aún más al joven, que solo veía cómo iba desconectando una a una las mangueras de su corazón y las iba conectando a una pequeña bomba, del mismo tamaño del corazón, al quitar la última conexión de su corazón con su cuerpo, y colocarla en la bomba, algo se estremeció dentro de él, y pareció morir de nuevo solo que ahora palideció y se petrifico, el relojero presiono un botón metálico en la pequeña bomba que inmediatamente comenzó a trabajar, devolviéndole la vida al joven llevando sangre a cada una de las partes de su cuerpo, más importante aún, el dolor del pecho había desaparecido, la opresión y el frio, ya no estaban presentes, nada le dolía, y aunque no podía llamársele del todo alegría, un paz, una calma interior abordo al joven, cuya mirada había cambiado, en el fondo de sus ojos se gestaba un nuevo brillo sin emociones, más allá del bien y el mal, solo la vida sustentada, por una rítmica bomba que no crujía ni rechinaba como su corazón. El joven rompió el silencio con una frase;
-ya no duele-
- y lo más próximo a una sonrisa se dibujó en su rostro.
-como es natural, lo que tengo aquí en mis manos es tu corazón, vamos a repararlo para que ya no duela, a ver dónde deje la condenada llave, ¿porque será que el pasatiempo favorito de las llaves será jugar a las escondidas?, ya recordé, en el cajón junto a las pinzas.
El relojero, abrió un cajón y saco una minúscula llave oxidada, el joven ahora totalmente tranquilo ya sin temblor ni estremecimiento, solo lo miraba por un ligero compromiso, ya que ni siquiera sentía una mínima curiosidad, el relojero introdujo la lleve en una cerradura casi microscópica en medio del corazón que se abrió de par en par lentamente, mostrando una serie de complicados engranajes.
-Como me lo temía, hay unas cuantas piezas rotas, no hay problemas tengo la refacción, solo es cuestión de cambiarlos, aplicar un poco de ungüento del tiempo y listo, vamos antes de que te vayas veamos por quien sufres.
-como es natural, lo que tengo aquí en mis manos es tu corazón, vamos a repararlo para que ya no duela, a ver dónde deje la condenada llave, ¿porque será que el pasatiempo favorito de las llaves será jugar a las escondidas?, ya recordé, en el cajón junto a las pinzas.
El relojero, abrió un cajón y saco una minúscula llave oxidada, el joven ahora totalmente tranquilo ya sin temblor ni estremecimiento, solo lo miraba por un ligero compromiso, ya que ni siquiera sentía una mínima curiosidad, el relojero introdujo la lleve en una cerradura casi microscópica en medio del corazón que se abrió de par en par lentamente, mostrando una serie de complicados engranajes.
-Como me lo temía, hay unas cuantas piezas rotas, no hay problemas tengo la refacción, solo es cuestión de cambiarlos, aplicar un poco de ungüento del tiempo y listo, vamos antes de que te vayas veamos por quien sufres.
Con cuidado el relojero desatornillo unos cuantos engranes y jalo una pestaña mostrando frente a él un retrato minúsculo de una muchacha, una muchacha bonita, de pelo corto y sonrisa amplia de tez blanca y ojos grandes y brillantes, la foto estaba enmarcada con un pedazo de vidrio que se había roto. - valla también tenemos que cambiarlo, o quitarlo definitivamente, ¿dime que prefieres?
-quédese con él.
-¿con el retrato? Pero si es tuyo, esa linda muchacha no debe salir de tu corazón.
-no el retrato, con todo con todo el corazón, ya no lo quiero, lo único que hace es traernos miseria, dolor espanto, ya no lo quiero por dios, hace mucho que no me sentía tan bien, quédeselo, es más se lo vendo, seguramente habrá quien lo quiera más que yo.
-pero si solo son composturas menores hijo, no te puedes deshacer de tu corazón tan así a la ligera, anda rápido lo arreglo y lo pongo en su lugar.
-que no eh dicho, tenga un poco de compasión por alguien que ya ha sufrido demasiado, por favor cómpremelo, después de arreglarlo lo puede vender a un mejor precio, por dios sea amable con alguien como yo, no importa que sea poco, es mejor que todo el dolor que me ah traído.
-no, no puedo, puedo arreglarlo, pero no te lo puedo comprar, no puedo dejar que andes por ahí sin un corazón en el pecho, puede ser fatal, anda piensa, que solo es cuestión de que esperes un poco en lo que lo arreglo.
-usted no lo entiende, no lo soportaría más, no soportaría otra vez lo mismo, la próxima vez no tendría las fuerzas suficiente para venir otra vez a que lo repare.
-pero no tiene que ser así, él se cura solo, en este momento solo necesitó un poco de ayuda, pero no hay nada que el amor no cure.
-por favor no me hable de amor, porque su único final es la soledad, acepto lo que sea, ya que regalárselo sería incorrecto, se lo suplico, necesitó un poco de dinero, y hasta ahora es lo mejor que le puedo vender.
-Está bien, has ganado, solo que yo no me hare responsable de la decisión que acabas de tomar, yo te lo he advertido, pero aun así, quieres venderlo, no puedo decirle que no a tus suplicas, voy por una nota de venta, no tengo mucho dinero pero espero que lo poco que he guardado te ayude, las consecuencias puede que no te gusten, pero ya no tendrás un corazón que sufra por ellas.
El relojero ajusto firmemente la bomba que latía en el pocho del joven, la calibró con exactitud y la acomodo de manera que quedara acomodada a su nuevo uso, por ultimo a atornillo al pecho del joven para que aguantara hasta el día de su muerte, delicadamente cerro su pecho y quito las dos manijas, dejando solo la “i” marcada en el pecho y un retumbar rítmico en el pecho prácticamente inaudible, el joven se abotono la camisa y se levantó, yendo hacia una mesa que ya tenía unos papeles
-Bien, firma aquí, dos mil quinientos, es todo lo que tengo, si a nombre de… vendido por… descontando lo de la bomba hijo mío, lo que me has pedido es inaudito nunca nadie antes… pero está bien, podrás cuidarte solo, solo espero que estés bien.
El joven salió de la vecindad con dinero en el bolsillo, con una expresión neutra en el rostro, y sin su corazón, el destino le tenía guardada alguna otra jugarreta, pero ahora solo caminaba por la calla igual de gris, pero ya no triste, ahora, indiferente y apática.


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