alter ego

Entre el yo ideal y el yo real
Había entrado a mi habitación noté que me estabas siguiendo y decidí no voltear, no darte esa importancia que pretendes ganarte a base de molestas acciones, sin embargo ya estaba cansado, nunca me he dado por vencido y ahora menos que nunca, me sentí dispuesto a confrontarte, tú estabas ahí recargado en el marco de la puerta, burlón y seguro de que ganarías la batalla con argumentos más estructurados y ácidos, hasta pensé que realmente iba a caer, pero algo me impuso a hacerlo, a confrontarte, me senté en la cama y te vi entrar, tenías un aire de malicia y burla que pocas vece he visto en las personas, llevabas puesta la gabardina que siempre he querido y una barba cerrada, la cual sabía que nunca me iba a salir, me sonreíste sardónicamente y temblé en mi interior pero no sé de donde saque fuerzas para decirte la verdad, ya sentado en la cama me cruce de brazos y te observe fijamente, restándote un poco de seguridad, buscaste el asiento más próximo, un gran sillón de manos y me devolviste la mirada, dudaba en ser el primero en hablar, pero algo me decía que no ibas a ceder en tu silencio, así que te volví a mirar sobre mis anteojos he irrumpí el silencio con un:
-¿Qué?
arqueaste la ceja derecha, ese es un gesto de complicidad que siempre he querido hacer, pero por alguna razón extraña nunca he podido. Me encogí de hombros y te volví a preguntar
-¿qué?
y reíste, dejaste caer la cabeza hacia atrás y me dijiste.
-sabes que llegas a ser tan ingenuo y tan estúpido que me alegra que me trajeras hasta acá
tu tono irónico, me molesto tanto, te grité verdaderamente quería que en ese momento estuvieses lejos tan lejos de mí que pudiera sentirme tranquilo, pero no era así
-¡yo! ¡Traerte hasta acá! si tú eres el que nunca me dejas, sigo cuestionándome tu enfermiza relación conmigo.
-tranquilo no eres tan importante,  solo me gusta molestarte y ver hasta donde puedes llegar.
-¡pues ya basta!, ya tuve suficiente de tus acciones, así que hoy mismo te vas.
Cambiaste tu tono de voz ya no fue tan agresivo pero si sarcástico a muerte
-¿ha si? Y mis maletas ya las tienes hechas,  ¿Qué? ¿Me vas a llevar a la estación del tren para asegurarte de que me valla?
no lo soporte más, rechinando los dientes me levante de la cama y me dirigí hacia ti frente a tu cara, de improviso te abofetee, mis ojos escupieron cuanto desprecio fue posible sacar de mi alma, mis huesos se cocían en rencor,  y mi mano al estrecharse contra tu cara libero gran parte de esa carga que llevaba en mis hombros.
Te sorprendiste no era para menos, pero sé que no te dolió, valla que aguantas más que eso.
Sonreíste y moviste la cabeza en señal de desaprobación
-contrólate muchacho, sé que ese no es tu estilo pero supongo que lo merezco, soy un mezquino pero que crees que iba a dejar pasar la oportunidad de ver de que estas hecho
agachaste la cabeza como si estuvieses meditando una idea importante, te dirigiste al mini bar y empezaste a preparar algo, buscaste unas botellas y me preguntaste

-¿quieres tomar algo?
sabes que no bebo y no creo empezar muy pronto
-oh si tú el mojigato, ya  toma algo te ayudara con la jaqueca que te estoy provocando
-te he dicho que no bebo porque no lo quieres entender, no lo necesito.
Regresaste del mini bar con un Martini y te sentaste frente a mí recargado en el amplio sillón que estaba frente a mi le diste un sorbo a tu copa y acercándote un poco apretaste los labios sabias que yo tampoco iba a ceder, así que decidiste utilizar otra táctica, una más sutil y mucho más perversa. Así que me asestaste un golpe mortal con tus palabras
-Y que ha sido de tu vida, seguramente estas tan bien como espero, ¿no es así? ¿Ya cumpliste algo de tu lista? ¿Verdad que si? no esperaría menos de ti sabes que es cierto.
-lo sabias solo estas aquí para ello, para restregarme en la cara lo que ya se.
Sabías que habías abierto una llaga, y no dejarías escapar la oportunidad de hacerme sufrir lo más posible guarde la calma, si te daba un solo resquicio de debilidad lo ibas a aprovechar.
-yo estoy bien, sigo aquí, y aun respiro, sobrevivo a mí mismo y trato de ser feliz.
Me tenías en tu manos ibas a destruirme de a poco, a disfrutar cada instante como se desmoronaba mi moral.
-Qué bien que tratas de ser feliz, ya también lo estoy, mi segundo libro va por su tercera reimpresión y estoy nominado para tres premios a mejor novela, estoy que no quepo en mí mismo de felicidad no pensé que a las personas les gustara tanto lo que pienso ¿y tu como vas con eso?
-aun no acabo mi primera novela entre escuela y trabajo casi no tengo tiempo para soñar despierto.
-aun estudias, ponle empeño a tus clases, tienes que sacar tu título como licenciado.
Aunque no mostrara ningún símbolo de enfado por dentro te regodeabas del hecho de creerte superior. Y seguirías picando ese botón hasta que cediera o te pusiera un alto.
-y tu familia, ¿cómo están tus papas? ¿Aun vives con ellos cierto?, la última vez que vi tu habitación necesitaba pintura, ojala hayas elegido un color que no se vea tan triste, que valla más contigo, hace poco acabo de pagar la hipoteca de mi departamento, deberías ir algún día, está situado casi en la cima del edificio, se puede ver gran parte de la ciudad desde el.
Trague saliva, la boca se me iba impregnando de un sabor amargo, seguía conteniéndome sonreí y te dije.
-Si sigo con mis papas, y si ya pinte mi habitación, utilicé amarillo, ¿qué tal crees que quede?
-bien es un buen color, a Lucy le gusta la perece muy festivo.
Guardaste tus ases para el final, las sabias bien que contra eso no tenía defensa posible, con un nudo en la garganta pregunte titubeando.
-¿Quién es Lucy?
una convulsión invisible denoto la alegría que sentiste al escuchar mi voz quebrada
-Lucy mi prometida, nos vamos a casar dentro de poco, y que ¿tú ya tienes a alguien?
grite, no pude contenerme más, mi grito más que un grito pareció un gemido ronco

-¡basta! ¡Basta ya de tu vida perfecta para mí! ¡Lárgate! ¡Lárgate! ¡Lárgate!
cruzaste la pierna poniendo tu pie sobre tu rodilla dando el ultimo sorbo a tu Martini.
- Acaso eso te hace sentir mal pequeño, eres tan tonto, tan patético bajito y solo, ni siquiera puedes sonreír sin sentirte incomodo, tu vida me da asco.
Apretando los puños con la sangre en el rostro y los ojos húmedos te grite
-¡y tu quien eres para juzgar eso!
-alguien mucho mejor que tu alguien que se hace rico con tus lo que tu deseas y sueñas para ti alguien con el que no puedes competir dime que tienes tu contra mi vida contra mi cuerpo de adonis mi ingenio caustico, mi compañía amorosa, y todo lo que quieres para ti.
Llorando le dije.
-que yo soy real y tengo la infinita posibilidad de cambio,  que tengo un corazón en mi pecho que es capaz de sentir sangre corriendo por él.
Te paraste en seco tus burlas e insultos cesaron, tu cara cambio, se volvió sombría y distante, te había quebrado  había tocado tu único punto vulnerable, y el golpe de muerte que te di trajo consigo una racha de inusitada humildad, te levantaste de tu sillón te acercaste a mí me tomaste el rostro con tus manos largas, pensé que me ibas a abofetear, pero besaste mi frente y dijiste.
-Tienes toda la razón pequeño ojala algún día te conviertas en algo mejor que yo, porque puedes hacerlo tienes la capacidad, y yo no, me has vencido, me voy
te dirigiste de nuevo a la puerta y te alejaste desvaneciéndote lentamente, en ese momento me di cuenta que fuiste una ilusión, pero que en cierto modo fue tan real, que me
dejo en el pecho un sentimiento de cierta paz, ser tu debe de costar un gran trabajo, pero ser yo, cuesta un trabajo igual.

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