eventide


Una lección de ironía para mi, si, sabia que no debía salir de casa, que muy probablemente un poco de compañía de mi mismo seria lo mejor, pero no quise perder la oportunidad tonta de verte otra vez, que lastima por la taza de café que me esperaría en la cocina, que lastima por la furia que deje en el bolsillo del saco, nuca supe conseguirle un lugar mejor, y siempre trate de ignorarla.

Esta bien hay que prepararnos, aun es temprano, el sol se balancea a mitad del cielo quemando toda alma que se atreva viajar incauta por la calle, yo veo a las personas que caminan mientras me decido entre ir con o sin corbata, sabes alguna vez leí que la corbata es solo un trapito con un gran complejo de superioridad, me la anude pensé que si te encontraba al menos tendría que fingir cierta elegancia, un contrato silencioso que hice conmigo mismo, camisa, pantalones y zapatos se le unieron en la decisión a la corbata, sigue siendo temprano aun falta para las cinco de la tarde, hay tiempo para escuchar una canción o dos… prendo la radio.

“que bajen tus labios y me callen… sino empezaremos a silbar…”

Habrá que ducharse que disfrazarme de alguien decente, no suelo guardar las apariencias, pero de no hacerlo no tendría el valor de mirarte de frente. Hace calor y entro a ducharme, la vida cotidiana fluye tan bien lejos de ti, cada engrane y situación giran con una precisión exquisita, a decir verdad me gusta mi vida cómoda, tranquila, sin muchas emociones fuertes pero no del todo monótona, algún día me gustaría que pasara algo extraordinario, se que pasara, que será… no lo se, pero lo imagino salgo de la ducha y me acicalo con calma y parsimonia. Suspiro, el calor baja y parece que el cielo empieza a ceder a un cambio cromático cinco menos diez, y la cita contigo es a las cinco y media, mejor esperare fuera, seria muy aburrido contar los segundos aquí. Abro la puerta y le doy una última ojeada a mi casa, todo en orden en un estúpido y absurdo orden, está bien vamos fuera.

La calle parece que grita en una explosión de colores, la gente camina como autómata, y yo, yo solo espero encontrarte, no casual, pero tampoco premeditadamente, digamos que en una especie de acuerdo extraño que tenemos, la calle se deshace por el calor, derretida y aplastada apenas se sostiene por el movimiento de los transeúntes, una amigo un tanto pretencioso calificara la escena de surrealista a mi me parece mas una típica escena de un día común, bueno ni tan común estarás al final de el, me parece que puedo hacerme el interesante un poco, ordenar algo antes de que llegues.



Y sonreírte.

Al fin llego a mi destino un café al final del boulevard, pido una mesa fuera, le chat noir de una anuncio, y la gente que pasa se convierten en mi compañía provisional, ¿estaré listo para ti, para el golpe?, puede que no, lo averigüe hasta que te vea, un suspiro se me escapa acompañado de una parvada de palomas que cruza el aire, plumas y picos se mueven en tropel hacia el espacio, la ultima brisa cálida del día, se arremolina en mi cabello y es la señal para que pida algo, la mesera me sonríe, y le devuelvo la sonrisa, ¿Qué, que voy a querer?, no se usted tráigame algo, no muy caro por favor, y vuelve a sonreír, al parecer esta acostumbrada a los raros como yo, la tarde se apodera poco a poco del ambiente y el plomo de la carretera, lentamente se vuelve cobre y oro, la mesera regresa con algo transparente y con hielos… ¿agua? Gracias le dije y olfatee el acento de alcohol de  mi bebida, bien quizá sepa que espero a alguien y esto me ayudara un poco con los nervios.

Bebo despacio, aun falta mas de media hora para que llegues, sobre mi, toda clase de pensamientos brotan a mi alrededor y en mi pecho los sentimientos que ardieron alguna vez crujen en serenas ascuas, hace mucho tiempo que no sentía algo así, es particular, pero sobreviviré, acabo mi trago, un sentimiento de intranquilidad revolotea a mi lado pido otro vaso igual a la mesera, ¿Cuánto tiempo ha pasado? Ya deberías estar aquí, seguramente algo te entretuvo  me sentí inquieto algo se revolvió en mi interior descuida tendrá que llegar me dije a mi mismo para tratar de tranquilizarme, seguí esperando. la noche se enunciaba con extraordinarios colores en el cielo, brazos purpúreos y naranjas me abrazaron al fin, tienes que llegar debes llegar, lo repetí como una oración quedita

Una suave luz crepuscular se apodero del lugar lentamente se abrió paso entre las calles y edificios, las sombras se alargaban queriendo escapar de sus dueños y un aire frio arrastro el cadáver del día, estaba dispuesto a esperar un largo rato mas, pero no bebería nada, mas que mis sentimientos uno a uno los probaría mientras que disimulaba con mi vaso, para que no me echaran del lugar, me resistía a la idea de que tal vez no llegaras, pronto estarías aquí. mil y un excusas empezaron a correr de tus labios solo asentí con la cabeza, y esperaba a que llegaras la breve tregua de mi imaginación me permitió aguantar un rato mas, pronto dije en voz baja de nuevo.

y poco a poco se fueron encendiendo las lámparas del boulevard, empezaba la batalla infinita contra la oscuridad la luz naranja ardía en lo alto de los postes mientras la luz blanca del día se apagaba tras el horizonte, alrededor un espectáculo de fuegos artificiales se encendía en cada casa en cada ventana, en cada vitrina, en cada aparador, como si cobraran vida y lentamente se despertaran.

La noche se apoderaba de la calle, no llegarías el abandono recorrió mi espalda en una diminuta convulsión un escalofrió que cruzo por mi cuerpo, seguí esperando aun existía esa posibilidad de que llegaras, tu ausencia se veía tan larga ahora, pero el tiempo no me permitió seguí acariciando la idea de tenerte, se hacia tarde y no estaba dispuesto a esperar mas, pague mi cuenta y me aleje las luces nocturnas cubrieron mis pasos que aumentaban la distancia entre nosotros cerré los ojos “esta bien” dije quedito y mi vida continuo su camino


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