new year
New year eve
Una semana es muy poco tiempo
para empezar a extrañar la casa, sobretodo en un lugar como ese, de verdad parecía
un sueño cada momento que estaba ahí, es difícil explicarlo pero lo intentare;
cada lugar parecía aguardar tranquilo con una sorpresa amable, con un regalo
dulce, con una experiencia fantástica, de verdad era una serie de encantos para
los sentidos, los colores parecían más vividos más reales más puros que en
cualquier otro momento de mi vida, aunque siempre había utilizado gafas, parecía
que n o la necesitaría mas pues todo era cercano y limpio, el aire se mostraba así
mismo delgadísimo como si apenas existiese, y eso hacía que los contrastes, las
luces y las sombras se volvieran límpidos en extremo, cada color parecía extraído
de una paleta, hasta casi el punto de volverse dolorosos a la vista, era
extraño porque al mismo tiempo un velo suavizaba los bordes los hacia amables,
me hacía sentir parte de esa vorágine de imágenes, pero al mismo tiempo me daba
la sensación de ser único diferente en cada átomo de mi cuerpo de lo que me
rodeaba, ser o nos ser, hasta mi imagen en el espejo se veía diferente, un
hombre más optimista estaba del otro lado del cristal, yo sabía que era yo, de
verdad puedo jurarlo, mi reflejo parecía tan mas feliz de lo que yo en toda mi
vida, tenía la impresión de que de un momento a otro iba a contarme un chiste o
una anécdota divertida, eso me hacía sentir bien, así que le regresaba la
sonrisa, era agradable ver ese tipo de imágenes, las calles amplias y limpias,
los arboles cubiertos de flores moradas, el cielo de un azul profundo apenas rasgado
por una nube perezosa, o los amaneceres brumosos y fríos, hablando de los
amaneceres, olían a una mezcla de chocolate caliente y tierra húmeda, a pan recién
horneado y libros antiguos, recuerdo mucho el momento en el que entre a esa
¿iglesia acaso? Ningún olor era perceptible hasta que paso alguien con un incensario
el humo pareció tener pereza de elevarse y en vez de eso inundo el lugar,
aspire con casi todas mis fuerzas, de todos lados vinieron recuerdos a mis
cabeza rompiendo las paredes del lugar, nunca había presenciado algo tan
peculiar, si acaso en sueños, más que un tornado, un terremoto o una explosión era
una implosión de la cual yo era el núcleo, un golpe casi tan fuerte como cuando
llegue a ese lugar, supongo que lo raro de toda la zona era el aire que parecía
inexistente, dejaba llegar los colores de una manera sublime y acurrucaba los
olores de una manera que no era necesario acercar la nariz los empujaba
directamente hacia algún punto entre el cerebro y lo corazón.
Hasta el silencio era musical, parecía
planeado cuidadosamente por alguien, y cada sonido entraba milimétricamente
cuando tenía que hacerlo, caminar ahí era marchar por la vida acompañado de un
sequito de acompañantes invisibles, volear hacia arriba de noche se volvía un
deleite, hubiese jurado haber escuchado el tintineo de las estrellas una noche
lejana era un gran telón donde colgaban campanas de viento, y este mismo apenas
las tocaba con los dedos.
A punto de un dolor de cabeza,
Sonyha me habla del desfile que habría en la noche, las luces por todos lados
los adornos y todos los preparativos eran la antesala del magnífico espectáculo
que habría de darse esa noche un desfile que culminaría con un espectáculo de
fuegos artificiales para conmemorar la luz, dude si podría soportar olores
sonidos y colores al mismo tiempo pero decidí intentar en la mañana amanecería con
una resaca aun sin haber bebido, pero tal acontecimiento no me lo quería perder.
Y valió la pena, ella llevaba un
abrigo marrón y una bufanda rojo oscuro, yo un saco gris y un gorro café, parecíamos
dos niños extraviados en una fiesta imaginaria, caminábamos mientras charlábamos
alegremente de la música o los atuendos de la gente que iba en el desfile, de
momentos corríamos de la mano tratando de alcanzar alguna de las estrellas que caían
de los carros alegóricos, en instantes yo iba arrastrado por ella que parecía una
bengala encendida antes de estallar, su pelo largo y negro resplandecía, y su
boca emitía un sonido distante y sagrado, era un coro de ángeles que me
hablaban desde el otro lado del universo, no importaba nada, ahora ella estaba
recargada en un árbol adornado por una serie de luces y cantaba, su canción favorita
supongo, no quise interrumpirla, me acerque lentamente con las manos detrás ella
siguió cantando, no le importo que la viera, estaba intoxicada de verdadera
felicidad emanaba serenidad y vida por todos sus poros, le escurría por la piel
y salía de su garganta en cada palabra que cantaba, llevo su manos al pecho
mientras susurraba un verso especial, y el primer cohete explotó, me abrazo y
corrimos a una plaza cercana, de pronto estábamos en medio de una multitud que
miraba hacia arriba de manera embobada, parecíamos niños ausentes del mundo
esperando que cayeran dulces del cielo, ella me abrazo, sentía el latir
apresurado de su corazón, toda la excitación del día se hacía palpable, estaba
tremendamente viva y ahora se acurrucaba bajo mi brazo mientras el cielo reflejaba
colores sobre su cara, uno tras otro los fuegos artificiales iban desfilando
por el cielo, para perderse en la oscuridad de la noche entre las luches del cielo, paso mucho tiempo
esa noche, el espectáculo llego a su fin, y ella era un pajarillo cansado que quería
regresar a casa, mientras yo era un hombre muerto resucitado por las luces del
norte, el color de los árboles y los latidos de su corazón, quería que
amaneciera pronto algo en mi había cambiado y se encontraba desesperado por
vivir.
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