odio
Sabia que no me podías curar, nunca quisiste, pero pretendiste muy bien, si fingir es algo que se te da, lo convertiste en un talento francamente especial, no dudo que muchos caigan a tus pies, que mueran en tu labios envenados por tus ojos, maldita perra, desde el principio supiste mi debilidad, presuponías una inusual nobleza y un poco de estupidez juvenil, no te deseo nada malo, pero quiero que mueras, clavarte un tubo en medio del vientre y que escupas sangre, quiero que mueras de amor de un perfecto y doloroso amor, no es la manera, pero solo diciéndote esto puedo sacar a los demonios que no se si pueda volver a convencer de que se metan a su jaula.
Miras sobre tus anteojos y ríes, te ríes de mi, hoy no tengo ganas de escuchar tu burla una vez mas y te pienso abofetear, bastante me has provocado por hoy, es la ultima vez que giras sobre ti misma clavando los tacones en el suelo, mal por mi no estoy acostumbrado a la agresión, no importa. Esto tiene que acabar ya inevitable se ha vuelto el hecho de que mis manos se enrosquen alrededor de tu cuello, esto lo voy a disfrutar.
Que te has creído, que puedes vencerme en los juegos mentales, que tus argumentos pueden más… probablemente si, veamos a que sabe el insecticida en tu café, veneno para ratas en los últimos besos, puta asquerosa belleza tramposa, dulce ironía. Convencido estoy que solo muerta podrás estar mejor un ideal de dolor sin dolo. Cariño la palidez de la muerte te sienta bastante bien, dejar el exagerado rubor, que tus brazos cuelguen sobre la cama y tus labios se sequen un momento, tu orgullo de poco te ha de servir en la fría tierra de la soledad, enterrada en recuerdos en papeles en mas veneno

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